Capítulo 13


   Los suaves rayos de sol del amanecer, se proyectaron sobre el rostro de Margarita. El cosquilleo que producían le obligaron a abrir los ojos. Apenas habría dormido un par de horas, ¿cómo habría podido conciliar el sueño después de lo que había ocurrido?....De hecho ¿había pasado de verdad?      
   
Tras la marcha del enmascarado se había llevado toda la noche intentando rememorar todos aquellos momentos en que sus vidas se habían cruzado, intentando hallar alguna pista, alguna prueba irrefutable que le condujera a Gonzalo .La primera vez que lo vio estaba intentando volver a Sevilla, iba vestida de mendigo y sin quererlo se encontró envuelta en una batalla. No hubo contacto entre ellos, pero le impresionó su forma de luchar. Más tarde la salvó de Íñigo, cuando este la amenazó con hacerles daño a él y al niño. Luego la subió al tejado y a consecuencia de ello el comisario dudó de Gonzalo….Sí, podía recordarlo, ¿cómo no dudar de él, después de verle luchar con tan solo una horca? Incluso ella dudó entonces. Pero el águila roja apareció en el tejado cuando estaban a punto de ahorcarlos…Coincidencias y contradicciones, una y otra vez.
    Además la rescató de aquellos contrabandistas de mujeres. Suponía que no fue sólo por ella, sino por el resto de chicas que correrían su misma suerte, pero ¿por qué sólo la abrazó a ella? ¿Por qué le dio la impresión en ese momento de que estaba aliviado de haberla encontrado a salvo sólo a ella?   
    Todos esos pensamientos la estaban volviendo loca. Esa misma noche podría haber resuelto todas sus dudas. Lo había tenido tan cerca…pudo palpar sus rasgos, su pelo, su barba…pero ¿Cuántos hombres había conocido así? Podría contarlos a cientos.

    Se levantó de la cama, pues debía marcharse pronto al Palacio de Lucrecia. Lo que había ocurrido aquella noche había sido una locura pero….quería volver a sentirse segura entre sus brazos… ¿tendría que volver a ponerse en peligro para poder volver a verle? Sus propios razonamientos la asustaban.
   Se puso en pie y comenzó a vestirse. Tropezó con algo duro. Bajó la mirada y vio una daga, era pequeña y ligeramente curva……era de él.

   Inexplicablemente decidió llevarla consigo. Tenía un trozo de cuero, su caja de costura estaba cerca. Muy rápido, hizo una vaina que sujetó con una correa bajo su pierna, asegurando la daga a la altura del muslo. Tener algo suyo la hacía sentirse más fuerte. 

   Bajó las escaleras y se encontró con Gonzalo y una mujer en la cocina. Debía ser esa chica que Alonso había mencionado como su novia. No tenía que darle explicaciones, eso estaba claro. Estaba en todo su derecho de rehacer su vida, pero le dolía mucho, más de lo que hubiese podido imaginar.

   Gonzalo la observó mientras bajaba la escalera. Había pasado de nuevo la noche sin pegar ojo, ¿habría podido hacerlo ella? Toda la noche deseando subir de nuevo a su habitación para terminar lo que habían comenzado juntos. Pero no como el águila….como Gonzalo. Y ella había pronunciado su nombre…¿lo había reconocido?... ¿lo había hecho porque deseaba que fuera él? Pero si hubiese subido le habría confirmado su identidad, y eso no podía pasar.

    Parecía que Margarita pasaba de largo, pero entonces dio la vuelta antes de salir de la casa y se acercó.
- Buenos días- dijo dirigiéndose a Gonzalo y a Mariana que también estaba con él.
   Gonzalo le había prestado un vestido de Cristina, puesto que no podía permanecer con la ropa de pirata que la habría delatado a todas luces. Cuando Margarita la vio se le torció el gesto.
- No puedo creerlo, pensó Margarita, la ropa de mi hermana…
   Recordaba los primeros días que pasó en la Villa, el desprecio de Gonzalo y cómo le ordenó que se quitase inmediatamente una falda y una camisola que había cogido prestada de su hermana. Ahora esa mujer estaba vestida con ellas. Se mordió la lengua hasta hacerse sangre para no decir lo que punzaba insistentemente por salir de su boca. Estaba rabiosa.
-Margarita- habló Gonzalo- Mariana es una amiga que ha venido para pasar un par de días. Se quedará con nosotros.
- Un par de días- pensó ella- así que va a empezar a darla a conocer poco a poco…..Encantada de conocerte- dijo Margarita dirigiéndose a la hermosa mujer de tez morena.- Debo irme a palacio. Llego tarde, ¡a más ver!.

   Gonzalo no podía dejar que se fuese así. No le gustaba el tono que había utilizado Margarita, parecía claramente molesta, podría decir incluso que…celosa.
- Discúlpame Mariana.-La siguió a la puerta que ya estaba abierta y la tomó de un brazo haciéndola girar hasta ponerla de cara a él.
- Margarita, ¿volverás tarde hoy?- le susurró en voz baja con la mirada fija y penetrante.
- No creo Gonzalo, aún tengo mucho trabajo en palacio- dijo ella, evitando mirarle directamente a los ojos para no volver a caer una vez más en sus redes.
- Tenemos que hablar. Hay algo que debo decirte.- Insistió él.
- No tienes por qué darme explicaciones Gonzalo- repuso ella en un tono cortante.
- ¿Explicaciones?- él la miró con cara de asombro- ¿que…?- Ella no le dejó terminar, se separó de él bajando las escalerillas que separaban la entrada de la casa de la calle y se marchó sin mirar atrás.

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