La guarida del
Águila estaba revuelta y desordenada. Gonzalo se sentía desolado por
la trágica muerte de sus amigos y tremendamente defraudado consigo mismo.
Había fracasado. Casi se estaba arrancando la ropa, sin ningún tipo de
cuidado, lanzó de cualquier manera la capa, el chaleco y sus armas, se sentó en un
taburete y arqueó su espalda hacia adelante tomándose la cabeza con ambas
manos. Sentía amargura y odio a partes iguales. Su hermano era un asesino. No
tuvo clemencia con Cristina a quien mató a sangre fría, no había podido vengar
su muerte y ahora esto….
- Esto no
tendría que haber pasado…- murmuró apesadumbrado.
- Amo… aquella
mujer salió de la nada de aquella multitud, yo la vi. El comisario
también la reconoció y la atrapó. Usted no tuvo la culpa. Demasiado tiene ya con
jugarse la vida día sí y día también por el pueblo, como para sentirse mal
cuando falla. Es usted un hombre. Un pájaro fuera de lo común, pero al fin y
al cabo un hombre.- Satur le dio unas suaves palmaditas en el hombro.
Gonzalo
levantó la mirada hacia su fiel amigo con una sinceridad aplastante.
- La próxima
vez que me encuentre con el comisario no sé si podré contenerme
Satur... no lo sé.
- Amo, piense
en su hijo y en la señora Margarita, son su familia y es lo único que debe
importarle. No se deje llevar por el odio, que ya más o menos lo voy conociendo.
Además, el comisario es importante para lograr saber quién es usted. La
investigación sobre sus orígenes, ¿la recuerda?- Satur le insistió.
- Amo, que no
hemos llegado tan lejos como para tirarlo todo por la borda. Que yo no me voy
de este mundo sin saber quién es usted, ni por qué el monje lo encerró con su
hermano y su madre en una torre.- Satur intentaba cambiar de tema para que
Gonzalo se animase.
- Tienes razón
Satur- dijo intentando combatir su propia derrota.- Vayamos por Alonso.-Gonzalo
se levantó, tomó su camisa verde, y comenzó a abotonarla.
Salieron a la
calle por donde aún circulaba gente proveniente de la plaza.
Algunos
parecían estar seriamente conmocionados por lo que había pasado. La gente se había
puesto histérica, y la avalancha produjo fuertes golpes y empujones.
Gonzalo volvió a sentirse culpable al ver a sus vecinos en ese estado. Había
hecho más mal que bien. Llamaron a la puerta de Catalina, que no tardó en
abrir la puerta, con Alonso y Murillo asomándose a su espalda.
- Gonzalo,
Satur, pasad adentro.- Catalina cerró la puerta tras de sí.- ¿Qué ha pasado
Gonzalo?, la gente está como loca, ¿Ha ocurrido algo en la plaza?
Satur se le
adelantó para responder.
- Unos
chiquillos Catalina- hizo ademán de poca importancia- que se pusieron a lanzar
petardos, y la gente se pensó lo que no era y salió corriendo.
- Desde
luego…es que yo no sé la educación que dan hoy en día los padres a sus hijos.
Menos mal que está Gonzalo, que los pone bien derechos en la escuela...
- ¿Y
Margarita?- preguntó Gonzalo.
- ¿No ha llegado
a casa aún?- Catalina lo miró extrañada.- Volvimos juntas antes de la
ejecución. Me dijo que la bajara cerca de la plaza. Ella y Martín se fueron juntos.
Alonso, que
desde el principio había escuchado la conversación de los adultos y que no se
creía la versión de Satur sobre los petardos, pues había visto por la ventana
pasar a la gente muy asustada e incluso herida, se apresuró en tomar parte de
la conversación.
- ¿Quizá
deberíamos ir a buscarla, no padre?- dijo con un claro tono de preocupación.-Puede
que ella también se haya asustado con los petardos esos.
- Sí-
respondió Gonzalo- Satur y yo iremos en un momento. Quédate con Catalina., ¿te
importa, que se quede un poco más?
- No padre,
quiero ir...- Alonso miraba a su padre entre enfadado y suplicante.
- Vayamos
todos- intercedió Catalina.- Voy a buscar a Martín a casa de la Juana, que
vive en la plaza, ya es tarde y me dijo que no tardaría. No quiero que llegue
mañana a palacio hecho un sonámbulo.
Juntos
caminaron a paso ligero hasta la plaza. Estaba vacía. Habían retirado los cuerpos de
Blake y Mariana de la plataforma y ahora tan sólo quedaba la hoguera que no
había sido usada.
- ¿No han
quemado al pirata?- preguntó Catalina extrañada.
No recibió
respuesta, pues Gonzalo había visto algo en la otra punta de la plaza con su
habitual agudeza visual. Comenzó poco a poco a andar, y después
aceleró el paso hasta llegar allí a la carrera. Se agachó y corroboró lo que sus ojos
ya antes habían confirmado. Era el mantón de Margarita. Sí, era su mantón, no
había ninguna duda. Los recuerdos dominaron su mente, sin poder evitar
volver a ver el mantón de Cristina manchado de sangre en el suelo. La
misma sensación de descontrol, de impotencia por lo que podría haber pasado
le llenó por completo. Si le hubiera ocurrido algo a Margarita…no podría
soportarlo. Ahora no.
Alonso llegó
junto con los demás al lugar donde Gonzalo se encontraba arrodillado.
- ¿Ese es el
mantón de la tía, no padre?- Alonso sabía perfectamente que lo era.
- Igual, la
señora lo ha perdido con el alboroto- repuso Satur intentando calmar a
ambos.
Catalina, que
había estado presente cuando encontraron a Cristina muerta, no pudo evitar
hacer un paralelismo con lo que ahora mismo estaba ocurriendo.
Sabía lo que
su amigo y Alonso estarían pensando en ese mismo instante. Ella también estaba
preocupada, algo en todo aquello no le gustaba.
- Separémonos-
dijo- Yo volveré con los niños a casa, y pasaré por la tuya, por si Margarita
ha vuelto.
Alonso se
resistió un poco, pero al final cedió y marchó con ella.
- Amo,
tranquilo...seguramente la señora ya estará en casa, puede que incluso
durmiendo.
- Sí, tienes
razón- habló Gonzalo intentando convencerse y calmarse a sí mismo-
Volveremos por Cuchilleros, es el único camino alternativo que puede haber tomado
para llegar a casa.
Ni rastro de ella. Todos volvieron a encontrarse en casa de Gonzalo y Margarita no estaba. Todos estaban seriamente preocupados y el niño y Gonzalo prácticamente fuera de sí.
Ni rastro de ella. Todos volvieron a encontrarse en casa de Gonzalo y Margarita no estaba. Todos estaban seriamente preocupados y el niño y Gonzalo prácticamente fuera de sí.
- No puede
haber desaparecido- dijo Gonzalo muy alterado.- Catalina ¿Tiene Margarita
alguna amiga, a cuya casa haya podido acudir?- Gonzalo la miraba desesperado.
- Las chicas
de palacio, pero no son horas para estar en ninguna casa y ella no es así
Gonzalo, os lo habría dicho.
Gonzalo sabía
a lo que se refería su amiga. Siempre que Margarita se ausentaba por
cualquier razón, se lo hacía saber. Incluso la noche que decidió pasar con Juan
antes de irse a la guerra... Era más de medianoche. No tenía sentido que
ella no estuviese allí.
- Catalina,
¿te importaría quedarte aquí en mi casa? Sólo por si ella volviese…Voy a salir
con Satur a buscarla.
- Claro
Gonzalo, me quedaré aquí. No te preocupes.
- Vámonos
Satur- ordenó él.
Gonzalo fue
directamente al establo. Preparó de nuevo al caballo para salir y lo montó.
- Amooo...- susurró
Satur- ¿Y el águila?
- Quiero
encontrarla como Gonzalo, Satur.
- ¿Irá
desarmado?- preguntó el escudero incrédulo.
Gonzalo sacó
del interior de su bota un puñal y se lo mostró. Acto seguido salió del
establo hacia donde su instinto le guiase.
- Espéreme…
-gritó Satur. Desató al caballo, lo montó y le siguió en la oscuridad de la noche.
Muchísimas gracias por colgar esta historia. Es maravillosa, ya no sólo lo que cuenta, si no la música que la acompaña, las imágenes... todo. Menudo trabajo, madre mía. Mil gracias otra vez :)
ResponderEliminarSe me ha olvidado preguntar, ¿qué cuelgas un capítulo por día? es para estar atenta ;)
ResponderEliminarHola Ana, me alegro de que te guste la historia. Yo soy la escritora, pero es Chey la que se está encargando de colgarla en el blog y además diseña las imágenes !Es una artistaza! A mi me impresiona cómo está logrando captar momentos del relato de forma tan fidedigna. Ella es la que marca el ritmo de la publicación, pues la composición de las imágenes que acompañan cada capítulo es bastante trabajosa.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por comentar.