Cuando Satur
entró en la casa, se encontró a Gonzalo y a Alonso abrazados. El niño lloraba
como lo que era, y su padre intentaba consolarlo, aunque a todas luces también
necesitaba que alguien le consolase a él.
La escena era tan emotiva que
cualquiera que hubiese estado ahí, como era el caso de Satur y Catalina, se
habría sentido un intruso. En aquella ceremonia íntima de desahogo
mutuo, habían más que palabras y en un momento todo lo que quedaba por
decir entre padre e hijo fue manifestado. Alonso se retiró un poco de su
padre, que estaba de pie abrazándole y acariciando su pelo revuelto.
- Padre, ¿tú
la quieres verdad?
- Claro que la
quiero hijo.
El brillo de los ojos de Gonzalo era especial, los sentimientos
que había encerrado en su corazón, se estaban descubriendo por fin,
asimilando y aceptando lo que sentía, más allá de los prejuicios y las contenciones
que se había impuesto a sí mismo.
- Madre sería
feliz si la tía y tú estuvieseis juntos, porque madre quería mucho a tía
Margarita.
Gonzalo sonrió
entre lágrimas, suspirando como un niño pequeño.
- Yo también
sería feliz, padre…porque la tía para mí, es lo más parecido que podré tener a
mi madre.- aquella confesión hizo asentir a Gonzalo, que ahora tomaba a su
hijo por los hombros como si intentara infundirle fuerzas.
- Gonzalo….-
susurró Catalina- quiero pedirte perdón por haberla alejado de ti…- Como la
mujer sensible que era, ella también derramaba lágrimas de emoción.-
Yo…la separé de ti, aún a sabiendas de lo que ella sentía por ti, y tú por...yo…la
empujé a Juan...la…
- Catalina-
Gonzalo la interrumpió- si hubiese estado preparado para iniciar una relación
con Margarita, nada ni nadie habría podido detenerme. ¿Me entiendes?
Catalina
asintió, por supuesto que lo entendía. El duelo por Cristina, su trágica
muerte, su historia pasada con Margarita…
- Voy a ir a
buscarla y no pararé hasta que la encuentre.
Sus palabras fueron tan firmes y
contundentes que nadie se habría atrevido a dudarlo.
- Tengo que salir
inmediatamente. Satur, por favor ayúdame a prepararlo todo.
- Amo, voy con
usted.- Satur ya se apresuraba hacia la habitación de Gonzalo para subir a
la guarida.
Alonso se
había separado de su padre y ahora estaba siendo abrazado fuertemente
por Catalina. Gonzalo se acercó a Satur para hablar con él en voz baja.
- Voy a ir
sólo Satur.- miró a su fiel amigo con agradecimiento, pero también con firmeza.
- Amo, yo
siempre le acompaño en todo, no quiero dejarle solo en esto- le dijo mientras
agitaba la cabeza a un lado y a otro insistentemente.
- Necesito que
te quedes aquí, Satur. Que cuides de mi hijo, y también…necesitaré que
hagas algo peligroso, pero necesario para no despertar sospechas
sobre mí.
- Lo que usted
quiera- respondió Satur.
- Necesito que
te hagas pasar por el Águila. Que te dejes ver y que la gente siga pensando
que estoy aquí. No hagas ninguna locura y no te expongas demasiado.
Simplemente muéstrate.
- Lo haré-
aseguró Satur- Menos mal que tiene el traje de repuesto…
- Ya te dije
que esta vez no será el Águila quien la salve….
- ¿Cómo?-
preguntó Satur incrédulo.
- No quiero
máscaras, ni disfraces. Quiero ser yo, quiero que vea mi cara cuando la
encuentre y también quiero que esos hombres recuerden mi rostro cuando acabe
con ellos. No quiero que haya más secretos entre los dos.
- Amo…- Satur
no podía dar crédito a sus oídos, desde luego aquel hombre era un romántico
cuando se lo proponía- pero ¿y sus armas?, las necesitará…
- Me llevaré
lo indispensable, el viaje será largo y no puedo cargar demasiado al caballo,
tengo que ser más rápido que ellos.
- Está
bien...-aceptó su amigo.
Se pusieron
manos a la obra, cogieron todo lo indispensable, una fina manta para el viaje,
su capa y algo de comida que Catalina tenía preparada en casa.
Como armas, su
sable, el puñal, y una de sus ballestas más ligeras. Lo prepararon
todo en apenas quince minutos. Si todo salía bien y los alcanzaba en el camino,
podría estar de vuelta en un par de días. En caso contrario, ir hasta Cádiz y
volver le supondría más de una semana. De lo único que estaba seguro es de
que volvería con vida junto con Margarita. Subió a la habitación de ella, para
coger su toquilla verde, la que había perdido en la plaza y que ella utilizaba
para resguardarse del frío. Al entrar allí, los recuerdos de la pasada noche
juntos le embargaron conmoviéndole hasta lo más hondo. Volvió a sentir el
tacto de su pelo, su dulce aroma y el suave tacto de su piel. La amaba más que
a su vida y se lo demostraría aunque fuese lo último que hiciese. Se
acercó a su cama y se sentó un breve instante con la cabeza agachada y los
codos apoyados en sus rodillas, en uno de sus gestos habituales cuando estaba
preocupado y perdido. Giró un poco la cabeza y vio el cajón de su mesilla de
noche abierto. Fue a cerrarlo y entonces observó algo que lo dejó
conmocionado. Un pequeño colgante de madera sujeto con una fina cuerda de
cuero y con una flor de lis tallada en su superficie. Su prenda de amor…..ella lo
había conservado durante todos aquellos años.
Le conmovió tanto….era una
prueba de que nunca lo había olvidado, y de que el amor y la pasión que se
tenían aún se mantenía con vida. No necesitaba más empujones para hacer lo
que tenía que hacer, pero aquel pequeño objeto había conseguido
levantarle el ánimo de manera definitiva. Ya no había vuelta atrás. A
Margarita no le quedaría ninguna duda de lo que sentía por ella en cuanto lo
viera.
Se despidió de
todos, y de su hijo con especial afecto, quien lo miraba orgulloso e
impresionado por la valentía de su padre.
- Volveré con
ella hijo, te doy mi palabra.- lo abrazó de nuevo y le besó.- Ten mucho cuidado
y haz todo lo que te diga Satur, será como tu padre mientras yo no esté.
Satur se
emocionó con aquellas palabras, Alonso no era su hijo como Gabi, pero le quería
como tal.
- Satur-
Gonzalo se dirigió a él- Recuerda lo que te he dicho, se cuidadoso y discreto.-
Acto seguido montó en su caballo y comenzó a salir del establo.
- ¡Padre, ten
cuidado!- gritó el chiquillo emocionado.
Gonzalo le
miró girando el cuello ya de espaldas a ellos, mientras avanzaba por la
estrecha calle con el caballo, dirigiéndoles una sonrisa y un gesto de despedida.
Precioso!!
ResponderEliminarGracias Nereva por tu pluma
Gracias Cherboy por ilustrarnosla.
Ziyi