La mañana de
la llegada de Gonzalo a Cádiz, la
Villa amanecía lluviosa. El temporal no
parecía acabar nunca, y las goteras estaban invadiendo la casa de Gonzalo. Las
cosas no iban del todo mal, Alonso era obediente con Satur, aunque estaba
triste y melancólico. A todas luces no era el niño de siempre, pero intentaba
disimularlo. Creía en su padre, y en su palabra. No era un héroe como el
águila roja, pero sí que era muy inteligente. Conocía los mapas y las
distintas regiones, no sólo de las Españas, sino del mundo entero. Si de algo estaba
seguro Alonso, es de que no podría perderse.
- Alonsillo,
anda ¡cómete las gachas!, que como venga tu padre y te encuentre más
flacucho, se va a pensar que me he tomado una semanita de vacaciones.-
Satur hizo un gesto de dolor, inclinándose hacia detrás y tocándose las
lumbares.- Esto de ser aguilucho sustituto, no se lo deseo a nadie, ¿qué
hará este hombre para soportar tanto salto y pirueta?...si yo apenas me he
subido y me he bajado de un par de tejados- dijo por lo bajo.
- ¿Qué dices
Satur?- preguntó Alonso extrañado por el comportamiento del hombre.
- ¡Alonso,
come y calla!
En cuatro días
había hecho dos apariciones en público. La primera fue más bien una
prueba, delante de las chicas de la casa del rana. Se subió al tejado y las saludó.
- ¡Es el
águila roja!- exclamaron todas excitadas.- qué guapo…. Es tan varonil…
- Aguilucho-
dijo la Juani ,
a quien Satur conocía por ser una de las más descaradas-
tenemos ganas de marcha, ¿por qué no nos enseñas una de tus acrobacias?
Que con tanta carga…..no podrás levantar el vuelo…- el grupo de chicas comenzó
a reír, de forma claramente nerviosa.
- ¡Qué
pájaro!- pensó Satur- menudo club de fans tiene, y él sin aprovecharlo.-
Estuvo tentado de responder, pero temió que lo reconocieran.
Se hizo el
interesante saltando del tejado y pasó lo que pasó, ahí fue donde empezó a
dolerle la ciática.
La segunda fue
la prueba de fuego, pues tenía que hacerse ver por los hombres del
comisario, para que no cupiese duda de que seguía en activo. Se llevó con él
la ballesta que el amo le había dejado una vez, con la que mató al pájaro en
la basílica. Por supuesto aquella mañana había estado practicando
para no liarla parda. Llevaban a unos presos camino del calabozo custodiados
por varios guardias. Eran unos pobres campesinos que habían sido detenidos por
robar para poder dar algo de comer a sus hijos. El tipo de misión que el
amo llevaba a cabo casi todos los días. Satur no pretendía matar a nadie, tan
sólo asustar un poco a los guardias. Desde el tejado intentó imitar la pose
del Águila cuando apuntaba con su ballesta.
- Alto o
disparo- dijo Satur intentando poner una voz que resultase imponente.
- Es el Águila
Roja, ¡disparad!
Satur se
impresionó tanto que dio un traspiés hacia atrás tropezando con la capa que le
quedaba larga. Tendría que hacerle unos arreglos para su estatura de españolito
medio. La ballesta se disparó rozando el trasero de uno de los caballos que
empujaban el carro, haciendo que éste se encabritase y saliese corriendo.
El
guardia que conducía el carro cayó y los presos se alejaron impulsados por
aquel caballo que se había vuelto loco. Los salvó, pero de pura casualidad.
Satur huyó de allí como pudo, y como consecuencia de ello, aún arrastraba las
agujetas.
- Creo que
aquel espectáculo, bien podrá dar para unos días sin necesidad de que nadie me
vea- pensó con cierto orgullo de sí mismo.
Él también
estaba preocupado por el amo, aunque sabía que era un hombre valiente y
fuerte. Sin embargo, se había acostumbrado a acompañarle allá donde fuese, y
aunque ciertamente la mayoría de las veces era Gonzalo el que tenía que
ayudarle a salir de algún apuro, también habían tenido alguna ocasión en la
que él le había apoyado. Esperaba que volviese pronto con Margarita,
pues aquella casa estaba muy vacía sin ellos.
- Vuelva
pronto amo…que al paso que voy no me van a quedar fuerzas ni para pelar rábanos.
- ¿Qué has
dicho Satur?- el niño, volvió a levantar la cabeza de sus gachas.
- Nada
Alonsillo, tú a lo tuyo y ponte fuerte, que cualquier día te toca a ti lo que me está tocando a mí,
y vas a saber lo que duele ser un…amo de casa.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Si tienes algo que aportar, este es el sitio: